No tenían muchas cosas en común. Sus edades eran distintas. Sus maneras de caminar no coincidían, y mucho menos la estatura. Él le demostraba afecto, ella era totalmente fría.Si él quería la derecha, ella prefería la izquierda. Si él elegía el color blanco, ella optaba por el color negro. Sus círculos de amigos eran totalmente diferentes. Él con bastante experiencia, ella recién comenzaba a conocer el mundo. Nunca pensaban igual, tenían puntos de vista distintos. Interpretaban las cosas de modo diferente. Él era dueño de sí mismo, ella una niña temerosa e insegura.Pero muy a pesar de todo, sus manos parecían haber sido hechas como piezas exactas para encajar una con otra y así caminaron, con los dedos entrelazados para no separarse jamás.
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