Usted nunca pudo imaginar conocerme de tal manera como lo hace ahora, usted nunca imaginó enamorarse de alguien con tan mal genio y a veces con una dulzura terrible que casi morado lo puede dejar en un abrazo.
Dentro de sus muchas catástrofes en la vida nunca me imaginó a mí, usted siendo un mar en calma que sólo despierta e irrumpe con todo cuando es necesaria una pausa.
¿Quién hubiera imaginado un perfecto balance entre su paciencia infinita y mi mal humor a veces exagerado? Pero así es la vida, y por más que pensemos en un porqué, menos entenderemos.
Con el paso del tiempo compartido juntos usted aprendió a disfrutar mis disgustos, a amarlos y a veces hasta a provocarlos con todo esmero y sólo para que después los apaciguara con un mal chiste y así provocar en mí una sonrisa.
No sé cómo pudo esto pasar, pero me encanta, usted me alegra y me tranquiliza de una manera sin igual, a fin de cuentas nuestra unión, nuestros conflictos, nuestras contradicciones, todo, todo encajó en una perfecta catástrofe, la unión de dos diferentes e iguales a la vez a la hora de besarse.
Gracias infinitas por este caos, que afortunadamente no tiene remedio.
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