De repente un día te vi bella; después de mucho tiempo viéndote a diario, un día te vi bella. Primero te miraba como a cualquier amiga o hermana, como se mira a una vecina o a una desconocida.
Te escuchaba hablar igual que oía la televisión, la radio o a mis compañeros. Olías como cualquier persona (si es que tienen olor) y, por supuesto no tenías sabor. De repente un día todo cambio. Te vi hermosa, muy hermosa y algo empezó a nacer en mi. Ahora ya no te veo a diario, te veo a cada instante de mi vida aunque no estés presente. No logro sacarte de mi mente y ya no es necesario que estés presente para verte, no es necesario que me hables para oír esa voz que antes no tenía ninguna gracia para mí; de repente esa voz se convirtió en melodía, en música.
No había descubierto tu olor maravilloso hasta ahora que conozco por ti, el olor de cielo.
Estás presente en mi vida, en el aire que respiro y hoy los más infinitos sabores me traen tu recuerdo.
De repente, frente a ti las palabras se pierden en el fondo de mi garganta, de mí ser y no sé expresarte lo que siento.
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