martes, 9 de febrero de 2016

A la mujer que mas amó.

Hacían muy bonita pareja, él le demostraba tanto su amor, la llenaba de besos y muchos detalles que la hacían soñar, se contaban todas sus cosas y hacían planes para el futuro, para cuando estuvieran juntos por siempre, se prometían todos los días, que nunca se separarían...
El parque al que visitaban con frecuencia para platicar y contemplar los atardeceres, fue fiel testigo del amor que derrochaban, de todas las promesas que hacían... los faroles alumbraban sus sonrisas, los pajaritos miraban los besos que se daban, el viento, juntaba sus aromas y jugaba con su cabello.
En ocasiones, se regocijaban viendo cómo jugaban los niños y los contagiaban sus risas y se decían que algún día, serían los hijos de ellos los que estarían en esos juegos, dos pequeños seres, carne de su carne, que llegarían a darle más felicidad a sus vidas.
Pero algo salió mal, un día, todo se nubló y se vino para abajo, se fue perdiendo todo; se separaron dolorosamente, con el dolor de los finales que no deben existir... estaban desangrándose, él más, porque era quien más amaba en esa relación.
Pasó el tiempo y él continuaba asistiendo al parque, con la esperanza de encontrarla, de verla de lejos, de respirar su aroma, la llegó a ver algunas veces, pero ella no lo veía, pues él se escondía. Se había puesto más linda, su cabello ya era largo, mientras a él le había crecido la barba y se veía un poco más delgado.
Con el tiempo, ella se casó y él continuaba visitando el parque. Esperaba volver a verla, aunque sea esporádicamente, y contemplarla como un atardecer.
Ella, tuvo dos hijos, (los que pensaban tener juntos) y los llevaba a jugar a ese parque... ¡Que era de ellos!... lleno de promesas, abrazos y besos... y muchos sueños... rotos.
Él no había dejado de amarla ningún segundo de su vida, a veces la veía reír con su pareja y se reflejaba en él... deseaba ser él...
Nunca se volvió a enamorar, solo a ella le pertenecía su corazón.
Después de un tiempo, pasaron varios días seguidos y ella ya no iba al parque, ya no llevaba a los niños y él no sabía qué estaba pasando, entró en desesperación y preguntó a alguien cercano si de casualidad sabía algo, la persona le notificó que había enfermado, que le diagnosticaron cáncer en su fase terminal y que acababa de morir, su mundo se derrumbó con esa noticia... lloró, mucho lloró... era su amada, la mujer que más ha amado en la vida.
En el funeral, todas las caras voltearon a ver a un hombre entrar, destrozado... al acercarse al féretro, vieron cómo su cara estaba demacrada por el dolor, nadie decía nada, se percibía un tétrico silencio en el ambiente.
El hombre, llevaba una flor en la mano y un hermoso anillo, que siempre cargaba con él, que era para su amada y nunca se atrevió a dárselo... Lo puso en el ataúd junto con la flor, se limpió las lágrimas y salió arrastrando los pasos... su corazón, había muerto, junto con el de la mujer que más amó...

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